La Doctora en Historia del Arte por la UPV/EHU Miren Vadillo Eguino ha recogido en el libro “La Escuela de Bellas Artes de Bilbao y su repercusión en la escena artística vasca (1969-1983)” la historia y creación de la que hoy en día es la Facultad de Bellas Artes de Bilbao, y la repercusión que tuvo en el panorama cultural vasco.
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La historia de la Escuela de Bellas Artes: una pieza clave en el entramado artístico vasco
Una de las consecuencias más reseñables de su creación fue la equiparación del acceso de la mujer a la educación artística
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Fecha de primera publicación: 22/04/2025

Una de las consecuencias más reseñables de la implantación de la Escuela de Bellas Artes de Bilbao fue la equiparación del acceso de la mujer a las artes plásticas: “En varios cursos, el número de estudiantes mujeres matriculadas en muchas ocasiones superaba a la cantidad de hombres. Se puede interpretar, así, un interés por la plástica mayor en el género femenino que en el masculino, aunque no se llegaba a reflejar en la visibilización de las mismas en el ámbito plástico”.
“En la década de los setenta había una clara deficiencia en cuanto al número de artistas dedicadas de manera exclusiva y profesional a la actividad plástica y muy pocas mujeres participando en las exposiciones, concursos y actividades más importantes del momento. En ese sentido, el centro bilbaíno permitió un acceso a la formación entre iguales. Aun así, tal circunstancia no significaba que la realidad fuera del centro cambiase radicalmente”, explica Vadillo.
El centro abrió sus puertas el 23 de noviembre de 1970 con cuarenta y ocho estudiantes que fueron ubicados en la segunda planta del Museo Histórico de Vizcaya, actual Museo Vasco. Posteriormente tuvo otros emplazamientos, como el Edificio de Bomberos de la calle Ibáñez de Bilbao, la Facultad de Economía y Empresa de Sarriko y la Facultad de Medicina de Leioa. Finalmente, el edificio que en la actualidad acoge la Facultad de Bellas Artes fue inaugurado en 1987.
Un aspecto clave de la repercusión de su instalación fue la oficialización de la cultura y la enseñanza del arte. Con la creación de esta institución, se consolidó un sistema educativo y cultural que permitió la expansión del conocimiento artístico, no solo entre futuros artistas, sino también entre la sociedad en general. La escuela formó a nuevas generaciones de personas licenciadas que luego se dedicaron a la enseñanza del arte en distintos niveles educativos, lo que contribuyó a la sensibilización y la difusión del arte contemporáneo.
Una manera de calibrar la repercusión de la implantación y el desarrollo de la Escuela de Bellas Artes de Bilbao en el ámbito artístico y cultural del País Vasco es, según retrata Vadillo, “conocer la participación que tuvieron sus integrantes en la trama artística de los años analizados, más allá de las actividades celebradas en su recinto”.
En este sentido, la relación de la Escuela con el panorama artístico de Bilbao se fortaleció, en parte, a través de su vinculación con las galerías comerciales. Así, instituciones como la Galería Mikeldi, Galería Lúzaro o Galería Windsor Kulturgintza comenzaron a acoger y promocionar las obras del estudiantado y personas egresadas, abriendo nuevas posibilidades de visibilidad y difusión para jóvenes artistas.
De igual modo, con el paso de los años, la presencia de los estudiantes de la Escuela en los certámenes artísticos aumentó considerablemente. En este contexto, el Gobierno Vasco instauró en 1982 los premios Gure Artea, destinados a promover la creación artística contemporánea. En sus primeras ediciones, la mayoría de los premiados fueron artistas egresados de la Escuela de Bellas Artes de Bilbao como los pintores Darío Urzay, Daniel Tamayo o Jesús María Lazkano. También se deben mencionar las Ferias de Arte contemporáneo, Arteder, organizadas por el Gobierno Vasco, donde una gran mayoría de sus participantes en sus tres ediciones, desde 1981 hasta 1983, fueron jóvenes estudiantes de la Facultad.
En el campo de la escultura, esta tendencia fue especialmente evidente. Según explica la autora, artistas como María Luisa Fernández, Txomin Badiola, Pello Irazu, Ángel Bados y Juan Luis Moraza, todos ellos vinculados al centro, empezaron a recibir reconocimiento en certámenes nacionales e internacionales. La influencia de estos artistas se hizo notar en la llamada «Nueva Escultura Vasca», que actualizó y renovó las propuestas de grandes maestros como Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
Bilbao: la nueva capital artística
Como recalca Vadillo, la transformación que experimentó Bilbao no solo fue económica o social, sino también cultural. La ciudad se consolidó como el centro del arte contemporáneo en el País Vasco, desplazando la hegemonía que hasta entonces había tenido San Sebastián. La influencia de la Escuela de Bellas Artes fue fundamental en este proceso, ya que varios grupos de jóvenes que se formó en sus aulas comenzaron a protagonizar la escena artística de la capital vizcaína.
Este dinamismo creativo se vio complementado por la colaboración de la Escuela con otros sectores culturales y sociales. Profesores de la Facultad participaron en actividades de la Universidad Popular de Rekaldeberri y en talleres y cursos en diversas casas de cultura de la región. Además, el grupo de teatro Akelarre de Luis Iturri tuvo su sede en la Escuela en 1977, “un ejemplo claro de la interacción entre distintas disciplinas artísticas”.